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La Fuerza mágica


Erase una vez, rodeado de verdes montañas e inmerso en frondosos valles, había un hermoso país llamado Kachaturian. Bueno o quizá no era del todo así, pues Kachaturian a pesar de constituir la unidad de un reino estaba dividido en dos zonas totalmente diferentes, tanto que parecían ser dos paises diferentes. Al oeste estaba el condado de Logicoburgo, cuyo nombre le venía porque allí la ley suprema era la lógica y todo, absolutamente todo, debía ser regido por sus principios. Al este estaba el marquesado de Coheloburgo, cuyo nombre procedía de un maestro que años atrás había enseñado a los habitantes del lugar a ver la vida de otra manera. Allí no había una base racional como ocurría en la región del Oeste, sino que el principio por el que se regían las cosas era el sentimiento. Evidentemente es fácil entender que con puntos de vista tan dispares las relaciones entre ambas comunidades no podían ser muy fluidas, sin embargo tampoco se puede decir que fueran malas pues desde Coheloburgo no querían entrar en discusiones con sus vecinos y ponían en práctica el principio de la aceptación para no pelearse. En Logicoburgo las cosas eran diferentes y siempre estaban quejándose al Rey del porqué ellos eran un simple condado mientras que esos “ locos “ , que era como llamaban a los habitantes del Este, tenían la consideración de marquesado. El pobre Rey no sabía el porqué históricamente siempre se había dado mayor categoría a las tierras del Este, quizá era porque por allí salía el sol primero ¡ o vaya Ud. a saber porqué ! , pero lo cierto es que Coehloburgo tenía mayor fuerza que Logicoburgo en todo, y mientras que a unos eso les molestaba muchisimo e intentaban arrebatar esos privilegios, a los otros les era totalmente igual y no perdían energías en discutir.


En Logicoburgo, a base de pensar con lógica habían conseguido grandes cosas ( según ellos claro ). Existían carromatos lujosos que permitían llegar a cualquier lugar a toda velocidad, hermosos palacios para los que eran importantes, y habían desarrollado un medio para intercambiarse las cosas que era muy efectivo, y al que daban el nombre de: dinero. Cuando más dinero tenias más cosas podías tener y según los silogismos lógicos cuando más cosas tienes más feliz puedes llegar a ser. Y en consecuencia como para ser feliz hay que tener un bello carromato y vivir en un palacete lujoso era imprescindible conseguir dinero, cuanto más mejor. Pero no era suficiente tener mucho dinero, lo necesario era tener más que los demás. Pero para que unos pudiesen tener el carro más grande, la casa más hermosa, los trajes más llamativos, otros tenían que no tener. De esta manera en Logicoburgo, junto a bellos palacios había quien tenía que vivir en las calles, pero claro, estos eran perdedores del condado y nadie les daba importancia.


En Coheloburgo el dinero no existía. Existió en un principio pues parecía tener tantas ventajas a la hora de intercambiar productos que sería de necios el no usarlo. Sin embargo muy pronto vinieron esos otros problemas de competir para tener más y más, lo que hacía que otros tuviesen menos y menos, de manera que un buen día un antiguo Marques de Coheloburgo, un tal Cristovich , pronunció un bando que decía : “ Ricos, repartir todo el dinero entre los pobres “, su idea era que así nadie estuviese mal. Sin embargo a los que habían acumulado mucho dinero, tal medida no les gustó y fue por ello que emigraron a Logicoburgo donde podrían disfrutar de todas las cosas que el dinero era capaz de darles y tener felicidad. De esta manera muy pronto las calles de Coheloburgo se quedaron sin los ricos y sin monedas, y se volvió, no al sistema de intercambios como creían en la tierra lógica que hacían sus vecinos, sino a un sistema de dar y compartir entre todos.


Esta claro que pensando de esta manera las gentes de Coheloburgo no podían llevar lujosos trajes como sus vecinos, ni desplazarse en carromatos tan rápidos, ni tampoco contaban con palacetes como los de Logicoburgo, pero si bien no habían riquezas, tampoco había pobreza y todos los habitantes comían tres veces al día aun cuando fuese con cubiertos de hierro en lugar de con cubertería de plata.


El palacio del Reino de Kachaturian estaba en pleno centro de Coheloburgo y esto era algo que los lógicos no podían explicarse ¿ como es posible que el rey quiera vivir con una gente que en vez de pensar prefieren sentir ?, se preguntaban a menudo, pero por más buscaban una explicación lógica no podían encontrarla.


Un buen día, el conde de Logicoburgo estaba pensando en cual podía ser la explicación a ese sin sentido, cuando se le ocurrió la siguiente hipótesis :


“El rey es muy aficionado a la astronomía, y lógicamente si le gusta la astronomía le gustará ver las estrellas por la noche desde su casa. También lógicamente si le gusta ver las estrellas vivirá en un sitio donde pueda ver muchas estrellas. Si vive en el Este será porque allí puede ver más estrellas que donde debería de vivir es decir entre la gente racional como nosotros “.


De manera que casi acariciaba con crear una ley lógica : El efecto que el rey tenga su palacio en el Coheloburgo tiene su causa en que desde allí se pueden ver más estrellas. Pero claro, esto era solo una teoría, una hipótesis que se tenía que demostrar y para ello al conde no se le ocurrió otra idea que contar todas las estrellas del cielo para ver cuantas de ellas se podían ver desde el oeste y cuantas desde el este. Si habían más visibles desde el Este su teoría sería cierta y ello explicaría racionalmente la razón que el rey viviese en medio de aquella “ gente “. El conde empezaba a recrearse en la idea que su teoría fuese cierta, y su ego empezaba a crecer. Ya se veía a si mismo rodeado de admiradores ( ¡ y admiradoras ! ) felicitándole por su privilegiada inteligencia, siendo aclamado por las gentes como descubridor de una razón durante siglos oculta y su nombre pasaría a la posteridad; sería lo que en Logicoburgo decían “ una persona importante digno de admiración y respeto “. Pero para que ese momento de gloría llegase era preciso primero de todo contar las estrellas, ¡ y hay tantas !. De manera que tuvo que solicitar ayuda a su equipo de contadores del condado, personas que se dedicaban a contar lo necesario para la creación de estructuras lógicas.Y entre el equipo de contadores del contado, había una bella joven llamada Teresova.


Teresova se había hecho importante pues en otra ocasión había desarrollado un algoritmo para calcular los granos de arena de las playas, basándose en la densidad de cada grano y la superficie ocupada por la arena, que sirvió de base para ratificar la teoría sobre la capacidad de absorción de las playas al flujo de visitantes y en base a ello establecer cuanto se podía cobrar a los visitantes según fuesen los granos de arena que se vieran ocupados por la visita. De esta manera se podía optimizar el uso de las playas sabiendo cuanto se podía ganar en caso de querer invertir en una. Así con sus cálculos había demostrado que era una persona inteligente y al conde le pareció que nadie mejor que ella para emprender una tarea ardua, pero tan necesaria, como contar las estrellas del cielo.


Teresova vivía en un palacete de la capital de Logicoburgo junto a su marido, un fornido guerrero de negros cabellos, y su querida hija. A pesar de su habilidad con los cálculos el mundo de los niños era lo que le atraía. A solas pensaba y soñaba con la posibilidad de algún día dejar su puesto de Contadora Mayor del Condado y dedicarse a escribir y explicar cuentos para niños. Pero ese sueño no era lógico, ella no tenía formación para eso, ni contactos para conseguir niños a quienes contar cuentos y además no podría con ese oficio mantener su lujosa casa. Y sin embargo Teresova seguía soñando en ello. Quizá esa afición a soñar despierta, algo inaudito entre lógicos que solo creen en lo que puede matemáticamente ser, venía de su madre que era originaria de Coheloburgo, pero sea como fuese el mundo coherente que le rodeaba era más fuerte que cualquiera de esos deseos y siempre se aplazaba o justificaba el no dar pasos en la dirección de lo que realmente deseaba.


Cuando recibió la noticia de la petición del conde se sintió en un principio abrumada. Era mucho lo que se le pedía y no sabía por donde empezar. Estaba claro que no podía dedicarse a ir contando estrellas de una en una, se hacia preciso encontrar algún tipo de algoritmo para más o menos, como ya había hecho con los granos de las playas, determinar el número de estrellas y cuantas son visibles desde el Este y cuantas desde el Oeste. Después de investigar sobre los trabajos realizados en ese sentido se dio cuenta que tan solo una persona anteriormente había hecho un estudio similar, pero esa persona hacia ya tiempo que había dejado el condado y que se había ido a vivir a Coheloburgo. Nunca los habitantes del oeste entendieron como este sabio, en lo más alto de su carrera había dejado todo para irse hacia el este. De nada sirvieron los aumentos de sueldo que le propuso el conde para que siguiera realizando y desarrollando teorías lógicas en el condado, de nada. Las únicas palabras del sabio al marcharse y que repetía una y otra vez eran : “ por fin lo he visto claro “. Pero para Teresova solo este sabio sería capaz de ayudarle. Quizá había desarrollado el algoritmo buscado o le podía orientar en un sentido u otro, sea como fuese era su única salida para poder determinar cuantas estrellas hay en el cielo. Pero para hablar con Pepinosky, que así se llamaba el sabio, había que ir a Coheloburgo y así fue como por primera vez en su vida Teresova se dirigió a las tierras del este.


Apenas había entrado en las tierras destino de su viaje, se encontró con un cartel que decía “ Visitante, que la Fuerza te acompañe “. Teresova no entendió nada. ¿ que podía ser eso de la Fuerza ? . ¿ Acaso un cuerpo policial que recomendaban te acompañase ? ¿ o un medio de transporte que te acompañaba hasta la ciudad ? al fin y al cabo en su pensamiento lógico el verbo acompañar supone que algo va contigo y ese algo debe ser físico. Para evitar confusiones preguntó a un campesino que pasaba por allí : - perdón señor, ¿ que esto de la “Fuerza” que pone en ese cartel que tiene que acompañarte ? ¿ es un cuerpo policial o algo así ?, ¿ un tipo de guía para no perderse ? ¿ o que ? - Nada de eso, - respondió el campesino asombrado que alguien pudiese vivir sin saber lo que es la Fuerza. - la Fuerza es el principio del bien, la fuente de vida, la razón de ser de todo, en otras palabras lo que antiguamente en tiempos menos desarrollados se llamaba Dios.- ¡ Así que era eso !, se dijo Teresova para sí. En Logicoburgo el concepto de Dios hacía ya tiempo que había sido olvidado, al fin y al cabo si Dios no tiene origen, no tiene causa y ¿ puede existir algo sin causa ? La idea de Dios como causa primera era algo propio de los libros de filosofía pero no de hombres y mujeres de ciencia como ella. Era absurdo, pensó, que piensen que Dios o la Fuerza como ponía en cartel, pudiese cuidar de los hombres y acompañarles. “ Realmente están locos estos Coheloburgueses” pensó para sí. Solamente estaría en esas tierras raras lo que durase la búsqueda del sabio, se dijo.


Cuando entró en la ciudad tuvo una extraña sensación, las casas, los carros, los vestidos de las gentes parecían pobres y sin embargo no había ningún pobre, nadie que pidiera limosna, y en los rostros de los transeúntes se reflejaba alegría por haber comido hoy aun sin saber lo que iban a comer mañana. Eso no era lógico ¿ como se puede ser feliz sin tener dinero que garantice la supervivencia del mañana ?, pensaba Teresova. Y en medio de esos extraños pensamientos vio a un jardinero que estaba hablando a una hermosa rosa colorada.
- sois lo más hermoso que nunca he visto, estaría mirandoos toda la vida, jamás me cansaría de estar a vuestro lado - le decía el jardinero al rosal. “ esta loco “ pensó Teresova, pero a pesar de ello entabló conversación con el hombre.
- ¿ que hacéis ?, ¿ porque habláis a esta planta buen hombre ?, -preguntó.
- Veréis, estoy intentando crear un tipo de rosa que no marchite nunca - respondió el jardinero con la mayor naturalidad
- ¡ Eso es imposible ! - contestó Tesova - todas las flores marchitan tarde o temprano.
- ¿ Imposible ? ¿ que significa imposible ? - preguntó el jardinero que no entendía lo que significa esa palabra pues no existía en el dialecto Coheloburgiano
- Imposible quiere decir que no puede ser. - respondió extrañada Teresova de la incultura de su interlocutor.
- Como se nota que sois de Logicoburgo. Ya me lo pareció por vuestro acento desde el principio. Aquí creemos que todo es posible, solo hay que contactar con la Fuerza en la forma correcta para lograrlo todo.- contestó en tono relajado el hombre como quien explica algo a un niño.
- Si, pues ya que soy de Logicoburgo explícame de forma “ lógica “ en que te basas para conseguir o intentar conseguir que la flor no marchite nunca - esta vez la voz de Teresova era ligeramente sarcástica pues esperaba dejar a su interlocutor sin respuesta para demostrarle la tontería que estaba haciendo.
- Pues es muy simple, y os lo explicaré de manera lógica. Vos sabéis que si a una tierra de echáis sal, la tierra queda yerma para siempre ¿ correcto ?. - dijo el jardinero
- Correcto - respondió Teresova.
Pues bien si lo entendéis con el principio del mal espero que también lo entendáis con el principio del bien. Yo estoy intentando poner dentro de esta flor lo único que nunca marchita, que nunca se acaba, que nunca se agota. Y que al contrario, cuanto más se usa más crece - explicó el hombre
- ¿ Y eso que es ? - preguntó en tono sarcástico Teresova desde su posicionamiento lógico que todo se acaba con el uso.
- El Amor. El Amor Verdadero. - respondió secamente el jardinero.


Si, le habían tocado su fibra sensible. Teresova pensó en el Amor más verdadero, el que sentía por su hija y tuvo que reconocer que la quería más ahora que cuando nació y que cada día su Amor en lugar de menguar crecía y que como madre nada podía hacer cambiar el Amor hacia su hija. Había entendido las dos palabras de ese hombre de manos sucias, el significado de Amor y el significado de Verdadero. Si, habían madres que no eran como ella, que abandonaban a sus hijos, pero eso no era el Amor Verdadero del que le había hablado el jardinero, eso era un simulacro de amor, podía parecer lo mismo, pero no lo era.


Por primera vez Teresova, que siempre se había distinguido por sus planteamientos coherentes, estaba desconcertada. Algo que no se consume con el uso parecía el día anterior imposible de aceptar y ahora ese jardinero le había demostrado que sus leyes lógicas tenían goteras. Pero a pesar de ello quería demostrar la solidez de su castillo lógico y así fue como continuó hablando con el hombre y le digo :



- Pues bien, supongo que cuando consigáis la rosa que nunca marchita ganareis muchísimo dinero.
- ¿¿ dinero ??- respondió extrañado el jardinero - yo no persigo crear esta rosa para ganar dinero. ¿ De que me serviría el dinero para mi fin ? Lo que yo quiero lograr es mucho más importante. No llevo años pidiendo a la Fuerza que me conceda el poder crear esta flor para tan solo tener dinero, lo que persigo es mucho mejor.
- ¿ que perseguís entonces ? - preguntó Teresova para quien como residente de Logicoburgo nada podía ser más importante que una posición material sólida y muchos bienes.
- Quiero dársela a la princesa de Kachaturian, demostrarle que existo, que la Fuerza me ha acompañado hasta ella para amarla aun más que el amor imperecedero que hay en la savia de esta rosa.- respondió el jardinero mientras su mirada reflejaba encontrarse en un ensueño junto a su princesa
- ¡ Eso es ridículo!, - exclamó casi gritando Teresova - una mujer de estirpe real nunca se fijaría en alguien como vos, no sois ni rico ni poderoso, ni siquiera guapo. Hay miles de caballeros más fuertes, hermosos y ricos que la persiguen y frente a los que no podéis compararoos. Ni que creaseis mil rosas imperecederas la conseguirías. No tenéis nada, n a d a.
- De nuevo os equivocáis. Tengo algo. Tengo Fe en que la Fuerza me dará lo mejor para mí y no puedo pensar en nada mejor que ser el hombre de la princesa.- contestó el jardinero con gran seguridad en su voz.


“Fe en la Fuerza”, pensó para sí la joven, “ eso es ridículo, ¿ como se puede pensar que un poder cuide de ti ? el mundo está lleno de desgracias y lo mejor es preveerlas con monedas de oro. Estos coheloburgueses son unos inmaduros, será mejor que busque la casa del astrónomo, le pregunte sobre sus investigaciones y vuelva a estar entre gente normal “, se dijo a si misma Teresova. Y así fue como finalmente Teresova le hizo la última pregunta:


- ¿ Conoce donde vive un tal Pepinosky ? - .


- Si claro, todo el mundo lo sabe. Llegar hasta su casa le será fácil, está cerca, pero llegar a él con esa forma de pensar le va a costar más. Teresova empezaba a mosquearse con esa forma de hablar en clave y un tanto enojada preguntó al jardinero :


- pero ... ¿ podría indicarme hacía que dirección debo de ir ?


- eso es fácil. Allí donde queremos ir es un camino recto, somos nosotros con nuestros miedos y dudas que ponemos las curvas en el camino.- respondió el jardinero con una cita que había aprendido en el colegio hacia muchos años.


Y tras despedirse Teresova anduvo hasta encontrar una humilde casa donde en un cartel podía leerse : “ Pepinosky, diseñador de estrellas y constelaciones “. La vivienda en si mismo ya era sorprendente. Desde luego cuando era un gran científico la casa de Logicoburgo era mucho más lujosa, no podía entender el porque cambió para vivir de la manera en que vivía ahora. Pero más sorprendente era eso del cartel ¿ como se pueden diseñar estrellas y constelaciones ?, pero todo era tan extraño en ese mundo que no valía la pena preguntarse por esas cosas. Teresova llamó a la puerta y el sabio Pepinosky salió a recibirle.


- ¿ Sois vos Pepinosky ?, ¿ el sabio Pepinosky ?. - preguntó Teresova.


- Bueno sobre lo de Pepinosky, si soy yo, sobre lo de sabio soy tan sabio como todos los demás mortales. - respondió Lejos de intentar discernir el significado de esas palabras, Teresova fue al grano en sus preguntas y empezó diciéndole :


- He estudiado sus trabajos de investigación científica, son fantásticos. Y he visto como estuvo a punto de determinar cuando trabajaba como Contador Mayor del Condado el número de estrellas del firmamento. Pues bien, el conde me ha encargado que sea yo quien averigüe ese número.


- Si - contestó Pepinosky - es cierto que mi último trabajo fue hacer ese recuento, de hecho es algo que me ayudó mucho para venirme a vivir aquí-


Nadie había entendido el motivo pero Teresova no había hecho el viaje simplemente para saber las razones de tal traslado, sino para conocer el número de estrellas del cielo y solo ese sabio podía tener la solución. Así que directamente le preguntó :


- ¿ Ha llegado a determinar algún tipo de algoritmo para calcular las estrellas del firmamento ?


- No me hace falta - respondió el sabio - actualmente se cuantas estrellas hay.


Y Teresova sacó papel dispuesta a escribir el número exacto que solo aquel sabio podía haber calculado. Estaba claro que si había sido capaz de tal proeza también sabría su distribución en el espacio y cuantas se veían desde el Este y cuantas desde el Oeste. Teresova estaba a un paso de la gloría. Si podía dar al conde esos números tan deseados sin duda este le cubriría de oro. Su emoción estaba plenamente justificada.



- ¿¿¿ Exactamente ??? preguntó Teresova que no podía dar crédito a lo que oía.


- Exactamente - replicó Pepinosky


- pero ... ¿ ni una más ni una menos ?


- si, ni una más ni una menos.


- ¿ y... cuantas ? dijo con voz trémula Teresova.


- Las necesarias, estrictamente las necesarias, ni una más ni una menos. - respondió el sabio con parsimonia mientras miraba a su atónita interlocutora.


- Pero eso es una respuesta absurda, es indigno de vos reírse así de una. He venido de lejos para obtener una ayuda científica y no para que se rían de mí - dijo enojada la mujer.


- Os equivocáis de nuevo. El fin del hombre no es tanto conocer como comprender. La ciencia, vuestra ciencia lógica se queda en el primer eslabón pero pronto se encuentra con preguntas sin respuesta como la vuestra. Cuando comprendes que el universo es perfecto, que la Fuerza ha dispuesto un número de estrellas para nosotros, su cuantificación, además de ser imposible para nuestra mente, carece de sentido. El sentido está en comprender que están allí por algo, aunque solo sea para jugar con ellas y a eso es a lo que me dedico ahora. Los niños vienen al observatorio y a las disposiciones de las estrellas les asocian figuras. Vos estudiasteis la Osa menor, la Osa Mayor, El carro y demás constelaciones que recibían esos nombres pues parecían esas figuras, mis alumnos buscan jugar con esas luces del cielo creando nuevas constelaciones que bautizan con los nombres que ellos les dan. Hoy una niña de 5 años ha fusionado estrellas de la Osa Mayor y del Carro para crear la forma de una constelación que según ella tiene la forma de un pingüino. Ha sido feliz imaginándose esa figura colgada del cielo y para ella esas estrellas serán su pingüino. No importa que no reciba honores, ni que se le reconozca, ella se lo ha pasado bien y basta. Cada vez que mire al cielo podrá ver la figura de su pingüino y aunque solo sea para eso vale la pena que existan las estrellas si permiten a los niños jugar e imaginar formas de manera que algo que está tan lejos lo sientan como suyo. Me llamo diseñador de constelaciones pues es a eso a lo que me dedico ahora y me siento más feliz que cuando me dedicaba a explicarme leyes lógicas.


A Teresova aquella explicación le pareció un engaño. De manera que muy enojada giró sobre sus talones y se marchó de la casa del astrónomo. Estaba loco aquel hombre. ¡¡ Rediseñar constelaciones con niños !!!, “el jardinero estaba mal, pero este está peor” se digo para si mientras emprendía el camino de regreso a su Logicoburgo natal. Pero algo andaba mal en su interior, habían llovido demasiadas nuevas cosas, ¡aunque tan absurdas!, para ser borradas de un plumazo. De manera que mientras pensaba en ello el camino de regreso parecía estar lleno de curvas. ¿ Tendría razón la frase de ese jardinero y eran las curvas producidas por sus miedos ? Y en ese caso ¿ a que podía tener miedo ella una mujer tan segura ? Quizá temía aceptar que la Fuerza existía, que la Fe en la fuerza es capaz incluso de hacer que un jardinero se case con una princesa, que las estrellas estaban para que los niños jugasen y se imaginasen figuras con sus disposiciones en el firmamento, que comprender es más importante que conocer, y que el dinero carece de sentido frente a fuerzas superiores como el amor. Y a medida que todas estas cuestiones iban siendo aceptadas el camino parecía hacerse más y más recto, hasta que finalmente llegó una nueva Teresova a su hogar.


El conde nunca iba a entenderla cuando le respondiese lo que ya creía, es decir que el número de estrellas en el cielo es exactamente el necesario y perdería su empleo. Pero ahora sentía que La Fuerza le acompañaba, tenía Fe en conseguir ese sueño de vivir explicando cuentos a los niños pues aunque con ello no lograría tener tanto dinero como cuando era contadora mayor del condado lograría mucho más amor de esos pequeños que la escuchasen y así fue como empezó escribiendo un cuento que decía :


“ Erase una vez, había una pequeña niña llamaba Juliova a quien le estaban explicando las constelaciones del cielo. La maestra le dijo “ veis, esas estrellas forman una figura que como se parece a un carro la llamamos carro, mientras que esas como se parecen a un oso, la llamamos osa mayor “, pero Juliova respondió “ pero señorita si tomamos estas estrellas del carro y estas de la Osa mayor se forma un pingüino, ¿ no lo ve ? ....“


Y aún hoy en Kachaturian se recuerdan los cuentos que escribió una científica Contadora Mayor del Condado después de conocer la Fe en la Fuerza.



Que la Fuerza le acompañe,



Juan Pedro

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