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La enfermedad



¿Por qué enfermamos?, ¿por qué cada año nos ataca la gripe?, ¿por qué sufrimos infecciones, o accidentes? ¿por qué nos resfriamos en otoño? ¿por qué me duele el cuerpo? ¿por qué ...? y así la lista se haría interminable.


Encontrar una respuesta a estas cuestiones no parece fácil y de hecho pocas son las corrientes religiosas, espirituales o esotéricas que se atreven a dar una respuesta. Pero ya que nosotros somos también nuestro cuerpo es bueno, por no decir imprescindible, intentar entender a qué se deben las preguntas formuladas anteriormente. Y bueno, para ello hemos de tomar un poco de carrerilla antes de dar el salto y así preguntarnos qué, exactamente, somos.


Si hemos dicho en las líneas anteriores que “somos también nuestro cuerpo” entonces es que hay un algo más y eso es de lo que se trata de analizar ahora un poquito.


En realidad el hombre es un producto del Espíritu que se manifiesta a través de un Alma que se reencarna en búsqueda de experiencias. Como dicho esto así suena un tanto raro, y lo que es peor, confuso, vamos a poner un ejemplo para indicar lo que queremos decir con esa afirmación.


Supongamos que un día un gran e inteligente científico, llamémosle “Sr. E”, quiere estudiar el planeta “t”. Para ello decide enviar allí un robot, llamémosle “robot A” para que investigue. Ese “robot A” es muy inteligente (pues el “Sr E” hizo al “robot A” a su imagen y semejanza), tanto que ese robot A es capaz de construir la “máquina C” para que recoja la información de ese “planeta t”. Cuando el “robot A” de por finalizada su misión, es decir haya recogido todos los datos que le interesan de ese “planeta t”, podrá volver hacia donde está el “Sr. E” pues ya no tendrá sentido que continúe por el planeta t. Evidente, ¿no?


Pues bien, si ahora sustituimos la idea de Espíritu por el “Sr. E”, el “planeta t” por planeta tierra (o dimensión tiempo), el “robot A” por Alma y la “máquina C” por nuestro cuerpo humano, tenemos una imagen más clara de lo que hacemos por aquí.


Somos, como cuerpo, una expresión del Espíritu Divino articulado por el Alma para recoger experiencias en la tierra. En cuanto al tipo de experiencias que buscamos se tratan de experiencias de Amor y para más detalles sobre ello remitimos al lector a nuestro primer capítulo de nuestro Libros “Ángeles, qué son y cómo funcionan” en donde se explica la razón de esta búsqueda.


Las experiencias que nuestro cuerpo recoge, y no nos referimos sólo al cuerpo físico sino también al vital, emocional y mental, (véase el punto ¿Qué es el hombre? ) son recogidas por nuestra Alma de la misma manera que el ordenador del robot de nuestro ejemplo recogería la información de las máquinas C que investigan el planeta t. Periódicamente el robot cambiará de máquinas en función de lo que quiera experimentar y esa es la razón fundamental del porqué, en la dimensión tiempo, dejamos nuestro cuerpo.


La idea de la reencarnación no es otra más que la construcción de nuevas “máquinas” o cuerpos, para el enriquecimiento de nuestra Alma que se ve en nuevas circunstancias.


Y ya que hemos mencionando el tema de la reencarnación hay que hacer mención a un concepto a nuestro juicio mal entendido: nos referimos a la idea de cadena de reencarnaciones hasta la liberación final. El hombre a humanizado el concepto de Dios, como se explica en el libro de los ángeles citado, pero además ha humanizado muchos otros conceptos que si bien existen en nuestra dimensión temporal de esta tierra no suceden en otros planos. Se habla así en las religiones orientales de la idea de ganar el Cielo, alcanzar la liberación y todo eso como si de una cadena de méritos se tratase, de la misma manera que para conseguir el diploma de medicina tengo que estudiar primero un año, luego el siguiente hasta alcanzar el fin de los estudios. Las religiones han “linealizado” la búsqueda de experiencias que persigue el Espíritu a través del Alma como si de una carrera universitaria se tratase.


Nuestra Alma, “mandada” por el Espíritu se reencarnará tantas veces como quiera adquirir lo que en la tierra se pueda adquirir. Pero de la misma manera que el Sr E puede mandar su robot a otra dimensión, nuestra Alma puede desarrollarse en otro plano, sólo que hablar de dimensiones diferentes a la de nuestro tiempo y espacio se nos hace tan difícil que no nos es posible entender eso con la mente limitada que tenemos, de manera que se ha optado por creer que toda manifestación del Espíritu se produce en esta tierra, cuando no es así.


La liberación no es un proceso que se gana de esta u otra manera, es simplemente el resultado que todo lo que teníamos que obtener de las experiencias en la tierra ya se ha producido. En resumen: nuestro paso por la tierra se producirá tantas veces como nuestra Alma, dirigida por el Espíritu, así lo “decida”. (se ponen comillas para indicar que estamos humanizando conceptos espirituales pero se hace ello buscando mayor claridad).


Ahora bien, de vez en cuando este cuerpo nuestro, buscador de experiencias, falla. A ese fallo en nuestro cuerpo, a esa disfunción es a lo que llamamos enfermedad. La pregunta ahora a hacernos es : ¿Por qué?, ¿acaso nuestro Alma (robot A en el ejemplo) no sabe hacer su trabajo?, ¿acaso es culpa del Espíritu Divino?, ¿qué pasa?


Veámoslo. Resulta que ese robot A crea unas máquinas programadas para obtener información pero esas máquinas tienen una cierta libertad. Nosotros somos libres de hacer cosas ¿no? Gracias a nuestra mente principalmente somos capaces de decidir en las circunstancias de la vida, es decir que no somos marionetas del Alma. Tenemos así que si el Sr. E creó un robot muy inteligente, este ha sido de capaz de crear máquinas también inteligentes y hasta con capacidad de decisión. Ahora bien, para que las máquinas sena conscientes de su actuación se dispone de un sistema que indica si lo que hacen está o no en consonancia con lo que se espera de ellas, o dicho en otras palabras: si la dirección del Alma y del cuerpo están alineadas o no.


Al robot A el que sus máquinas se hayan distanciado mucho de lo que de ellas esperaba, le preocupa relativamente por la sencilla razón que al final sabe que va a cambiarlas, pero para cada máquina, su existencia, es decir la salud del cuerpo, le es fundamental saber si está alineada o no. El sistema de control de ese alineamiento es la enfermedad.


La enfermedad no es sólo un malestar del cuerpo, es una indicación que pasa algo en nosotros, y de allí su importancia.


Vamos a poner un ejemplo simple para entender esto. En nuestro vehículo, cuando se enciende una lucecita roja en el tablier del coche, por ejemplo por nivel bajo de aceite, nos contrariamos mucho, eso no nos gusta nada. Evidentemente si vamos al mecánico es para que podamos conducir sin que aparezca esa luz de las narices. Para el mecánico le sería fácil simplemente quitar la bombilla, pero no es eso lo que queremos ¿no? Pues algo parecido pasa con la enfermedad. La enfermedad es un aviso que algo va de manera incorrecta o que debe cambiar. La enfermedad nos indica que hay que hacer algo y que debemos tomar conciencia de ello.


Ahora bien, el hombre es orgulloso por naturaleza y así la medicina tradicional se dedica, fundamentalmente, a evitar la manifestación de ese aviso, sólo a eso.


Lamentablemente algunos, no todos, profesionales de medicina alternativa, homeopatía y demás hacen algo parecido. Es decir se encargan de tapar lo que la enfermedad manifiesta pero no en afrontar la razón, la cusa última que ha producido la enfermedad.


Los médicos se dedican a buscar unas causas aparentes pero nunca la razón, la dirección, del porqué sufrimos la enfermedad. Por ejemplo si una persona sufre una alergia le dirán, después de analizar el caso, que evite los lugares con polen en el aire, por ejemplo, y creen que la causa de la alergia es el polen, pero con ello no se va más allá, no se formulan la pregunta: ¿“y por qué el polen y por qué a esta persona y no a otra”?


La ciencia médica presume de haber avanzado mucho, pero en realidad no ha avanzado en nada. Es cierto que hay enfermedades que se han erradicado del planeta, pero han aparecido otras, tan duras o incluso peores, que las han sustituido, de manera que los hospitales están cada vez más llenos y los presupuestos destinados a partidas sanitarias son, a su vez, cada vez mayores.


Al respecto se podría decir que no es lo mismo sanar que curar.


Toda enfermedad denota que hay un desequilibrio en nuestro actuar, pensar, o sentir (es decir en lo que hace nuestro cuerpo vital, emocional y mental) con nuestra Alma, y ello afecta al cuerpo físico o material (para más información véase “que es el hombre”). Sanar sería hacer que ese equilibrio, que el nuevo alineamiento, se produzca de nuevo. Curar sería eliminar el síntoma, quitar el fusible para que la lucecita no aparezca en el tablier de nuestro coche, eliminar la molestia de la enfermedad, sí, pero no aprender de la misma.


Todo cuanto sucede tiene alguna razón como ya se ha dicho en diferentes lugares de esta web, y la enfermedad no podría ser una excepción. Verla de esta manera puede darnos una información muy útil y si la ciencia se encarga de curarnos el darnos cuenta de la razón que ha motivado la enfermedad nos puede permitir cambiar nuestra forma de vivir/sentir/pensar al objeto de lograr la sanación.


Pero mientras que la curación es un asunto de naturaleza externa (tratamiento) la sanación precisa nuestra toma de conciencia activa y a esto va dirigida la sección que ahora se presenta.


Ver la enfermedad de esta manera nos permite no vernos como victima de las circunstancias sino como creadores de nuestra evolución, y pasar de la posición del dolor físico que toda enfermedad comporta a la de darnos cuenta que cada vez podemos ser más concientes, mejores y evolucionar a través de la enfermedad.


Pero si queremos aprender de la enfermedad debemos, en primer lugar, entender lo que nos está diciendo esa dolencia, es decir no quedarnos en el mundo de las causas aparentes en las que se mueve la medicina que dice a un alérgico “evite los lugares donde haya polen”, sino en ser capaces de ver qué es lo que hace que una persona sufra alergias mientras que otras no, y a partir de allí ser capaces de aumentar nuestra conciencia.


No son los microbios los que provocan la enfermedad sino que es el ser humano quien los utiliza para que estos produzcan la enfermedad de la misma manera que no son los pinceles y los colores los que hacen un cuadro sino que estos son utilizados por el pintor para producir la obra.


Ver la enfermedad de esta manera es sin duda chocante, pues supone que no es algo externo a nosotros sino interno a nuestro ser. Pero tampoco es ningún castigo, pues nada hay en el universo que castigue, es un aviso para poder crecer. El enfermo es a la vez verdugo y víctima pero también alumno y maestro.


Pero bueno, entender la enfermedad no parece simple. Y ello es debido a la nula capacidad del hombre racional de nuestro tiempo de ir más allá de la deducción causal, siendo incapaz de intentar ir más lejos y ver la razón de lo que sucede.


Para entender lo que nos dice la enfermedad debemos recurrir al simbolismo, a las expresiones del lenguaje y a la analogía y no a la causalidad funcional de la enfermedad. A modo de ejemplo en las líneas siguientes se describen algunas enfermedades, pero no debe tomarse esa relación como una lista de conceptos absolutos y cerrados sino simplemente se espera sean tomados por el lector como referencia de cómo deducir el mensaje de la enfermedad. Sería bueno que cada uno trabaje por sí mismo lo que cada enfermedad aporta y que no se limite sólo a ver lo que se dice como si de un manual se tratara.


Muchas de las ideas que van a venir para explicar lo que nos dice la enfermedad proceden del libro “la enfermedad como camino” y al mismo le remitimos en caso que alguien desee más información al respecto. Por último, antes de comenzar a definir enfermedades, tres puntualizaciones importantes:suele ser normal que cuando leemos una enfermedad sufrida por nosotros lo que dice parece no se adecua a nuestro caso. Así cuando la enfermedad denota agresividad o problemas sexuales tendemos a pensar que “este no es mi caso”. Ello se debe a que hay partes nuestras tan en la sombra que no queremos reconocer su existencia, pero cuanto más las neguemos, más aparecerán en forma de enfermedad. No olvidemos que en temas del despertar de la conciencia por medio de la enfermedad, lo que es verdad, duele.Hay que buscar el aspecto práctico de todo esto, de manera que siempre que hagamos el análisis propuesto es bueno preguntarnos

¿qué nos impide la enfermedad y que nos impone la enfermedad?,

ello nos revelará mucho de la “razón” de esa enfermedad.


Hay que ir con cuidado en decir las razones de una enfermedad a los demás, en especial si no lo preguntan. Por experiencia sé que hay muchas personas que si les dices que están resfriadas a menudo porque están “hasta las narices” de cómo va su vida/familia/trabajo tienden más a ofenderse que a otra cosa. Sin embargo sí que es útil buscar en un amigo sincero las explicaciones que por nosotros mismos no seamos capaces de encontrar o no nos atrevemos a reconocer.


En los submenus se puede ver una explicación de lo que nos indica, a nivel general, cada una de las enferemdades que se tratan. La explicación es a modo introductorio pero se espera sea de útilidad.


Que la Fuerza le acompañe,



Juan Pedro

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