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La sequia


Érase una vez, en uno de los pueblos del hermoso reino de Kachaturian se estaba viviendo una situación dramática. Una persistente sequía, como hacía años no se había producido, había dejado al poblado en una situación límite. Los ríos estaban secos, en las acequias no corría ya el agua y los pozos apenas tenían capacidad suficiente para abastecer las mínimas necesidades para colmar la sed de sus habitantes.


La situación era desesperada, pero ¿qué podían hacer? Los técnicos en meteorología, los físicos, los ingenieros etc., eran muy listos y habían creado aparatos para facilitar la vida pero tanta tecnología apenas les serbia de nada en aquella situación.


¿Qué hacer? ¿Esperar que las nubes aparecieran y lloviera? ¿Dejar el pueblo? Todas las soluciones eran malas. Dejar el pueblo no era fácil porque ¿a dónde podían ir? y en el caso que encontrasen tierra de acogida deberían empezar todo desde cero a construir casas, tierras de cultivo, talleres de empleo etc. Pero bueno, esa alternativa parecía mejor que la de sentarse a esperar que lloviera.


Y en esa situación extrema los hombres y mujeres de Kachaturian empezaron a pensar en algo más allá de la tecnología, de la física y la química, en que comúnmente vivían. Había que buscar la solución en algo sobrenatural, en una actuación de poderes superiores que diera la anhelada agua al lugar. No había otra solución, tendrían que confiar en Dios, en los santos, en la Virgen, en los ángeles, en los espíritus de la naturaleza…, o en el nombre que se quiera dar al plano superior.


Fue el sacerdote del lugar quien empezó a divulgar esa idea. Frases como “pedid y se os dará” que aparecían en los Evangelios se empezaban a hacer popular entre muchos del lugar. Pero fue sin duda la frase del Evangelio en dónde se dice: “ porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible. (Mateo 17,20) era la que más aportaba confianza de solución al problema.


El sacerdote del pueblo decía a todos: “hemos de tener FE, si Jesucristo dijo eso es que es verdad” Incluso los poco creyentes, por más que dudaban de ello, se iban acercando a la idea que eso era posible, y bueno, que de todas maneras “nada se pierde por probar” pensaban.


El domingo siguiente era Pascua de Resurrección, sin duda el momento crucial para la religión cristiana y claro ¿Qué mejor momento habría para pedir eso a Jesucristo que el día de su Resurrección?


Así fue como el sacerdote propuso que ese día todo el pueblo fuera a la ermita del monte en donde se presentarían ofrendas y se pediría la lluvia.


“Hemos de creer en que lloverá, hemos de tener fe” decían los creyentes. Y bueno, los científicos decían que si la física cuántica establece que la realidad la determina el observador, este puede hacer que llueva.


No faltaban los más modernos de “la nueva era” que basados en la idea de “creas lo que crees” no se alejaban mucho de pensar que podía lograrse la lluvia si se tenía fe suficiente.


Pero eran sobre todos los religiosos, de las diferentes iglesias y confesiones, los que más convencidos estaban que “la fe mueve montañas”, y que su fe haría que lloviese.


Y es que había tantas frases de Jesucristo que decían eso, que hablaban del poder de la fe, que el creyente no dudaba que así sería.


Fue por eso que el domingo se planificó la subida a la ermita del monte para hacer la petición. Una bonita joven y su grupo musical había compuesto una canción titulada “creo en ti Señor” como canto de alabanza y la cantarían en el lugar sagrado, otras personas llevaban incienso para prender, otras flores para el altar, otros imágenes de santos y vírgenes y cada uno a su manera llevaba algo de su fe.


Finalmente llegó el domingo en que el pueblo subió a la ermita a pedir la lluvia. Era una mañana muy calurosa y costaba caminar por la empinada ladera pedregosa, pero a pesar de ello el grupo musical que iba a cantar la canción “Creo en ti Señor” llevaba todo su pesado equipo, con sus guitarras, teclados, amplificadores etc. También iban cargados con peso los portadores de imágenes y los que llevaban las flores para el altar. Iban vestidos, eso sí, con ropa ligera y camisas de algodón finas para no pasar calor, pues el sol era sofocante. Todos hacían un esfuerzo para subir y lograr que su fe traiga la lluvia.


Así fue como el pueblo entero subió para pedir la lluvia, si, pero, pero,




pero … … … sólo un niño … … … ¡¡¡¡subió al monte con un paraguas y botas de lluvia !!!!!!!




paraguas

Conclusión: hay una diferencia entre fe y creencia. La creencia es un hecho mental, que se acepta conscientemente, la verdadera fe es un estado interior que se alcanza en función de una manera de vivir.


El niño tiene fe, el pueblo se basa en creencia de libros, frases ajenas y opiniones externas.


¿Tienes miedos? ¿te preocupa algo?¿estás ansioso? Entonces no tienes fe por más salmos que cantes, más libros que leas o más misas a las que asistas


La creencia pertenece a la mente, la fe es propia del Alma.




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