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La respiración


Sin respiración no hay vida, eso es evidente. Pero respirar tiene toda una simbología que nos ayuda a entender la causa profunda de las enfermedades relacionadas con este acto. La respiración consta de dos partes: inspiración, tomar aire, y espiración, soltar aire. La respiración, la vida, tiene un ritmo y tan importante es dar como recibir. Respirar supone recibir y dar, admitir y expulsar, tener y soltar, así hasta el infinito.


La vida se mantiene por ese aire que respiramos, pero ese aire que precisamos NO es nuestro, es de todos, de manera que lo que nos permite estar vivos no es algo propio, sino algo que nos une a todos. El aire que respiro hace que esté unido a todo, que no me pueda cerrar en mi mismo y si alguien precisa entender eso de “todos somos uno” la imagen del aire que precisamos todos lo muestra claramente, pues el aire es de todos y para todos. Una persona respira el mismo aire que el que respira su mayor enemigo. De manera que el aire une a todos los seres.


Estos son los parámetros que tenemos que tener en consideración para el análisis de las causas de las enfermedades respiratorias. Veamos casos concretos, empecemos por el Asma.


El Asma.


El asmático intenta tomar aire, pero eso le cuesta mucho, de modo que jadea y el acto de espirar aire le es dificultoso. Lo que ocurre es que al tratar de tomar demasiado aire provoca una excesiva dilatación de los pulmones hasta llegar al espasmo espiratorio, es decir que toma, pero cuando tiene que dar aire se produce el espasmo y en consecuencia no puede entrar aire nuevo. Vaya, que el ritmo, ese ritmo preciso de la respiración, se ha roto, precisamente por querer tomar demasiado. El asmático lo quiere todo y eso le perjudica pues no puede expulsar lo que ya ha usado. Ese principio de dar y recibir (ya sea dinero, fama, cariño, sabiduría, atención... )está roto y eso le origina la enfermedad.


Existe una relación entre asma y alergia. El asmático percibe sustancias inofensivas como peligrosas y se cierra totalmente a la vida. Todo lo dicho del alérgico puede repetirse ahora para el asmático. El asmático quiere “separarse” de la vida y para ello se cura en residencias en la montaña o en el mar, donde no hay aire “impuro” y además, allí, se aleja de sus semejantes. Eso es lo que pide el asmático, pues tiene miedo a la vida.


Pero si el aire es lo fundamental para la vida y la esencia de la vida es el Amor (véase capítulo 1 de nuestro libro “Ángeles que son y como funcionan”) resulta fácil concluir que el asmático lo que quiere es Amor (por ello inspira tan profundamente), pero no puede dar Amor, (le cuesta espirar).


La solución pasa por ser sincero con uno mismo y atreverse a responder preguntas como: “¿en que aspectos recibo sin dar? ¿qué aspectos valoro negativamente y rechazo de mi?, ¿qué trato de evitar de la vida?, ¿qué es lo que evito que entre en mí?


Resfriados y gripe


Si hay una enfermedad común y que la ciencia médica no encuentra (ni encontrará) solución son los resfriados y la gripe. Incluso las vacunas de la gripe que cada año se distribuyen son ineficaces debido a que el virus va “mutando” de año en año. Veamos un poco el porqué es difícil solucionar de nuestras vidas esta enfermedad. O lo que es lo mismo, analicemos la causa última.


La gripe y el resfriado son procesos inflamatorios y, por lo que anteriormente se ha dicho, obedecen a la existencia de un conflicto interno que se manifiesta en el cuerpo mediante la enfermedad. Ahora hay que ver donde se manifiesta la misma, y es en las vías respiratorias. Cuando estamos resfriados tenemos las narices llenas de mucosidades que nos impiden respirar bien, es decir vivir bien (pues respirar = vivir). Y es así como podemos interpretar el mensaje que nos aporta un resfriado.


La razón de los resfriados está en aquellas situaciones de las que “estamos hasta las narices” o que decimos “me está esto hinchando las narices”. Las pequeñas crisis cotidianas en las que uno piensa eso de “estoy hasta las narices” llega finalmente a hacerse realidad en forma de resfriado. Aquí no hace falta saber de simbología, basta deducirlo de las expresiones del lenguaje cotidiano. Además, es curioso ver que en diferentes idiomas existen expresiones que relacionan algo que no nos gusta con el tener las narices llenas.


Es por ello que la ciencia nunca podrá prevenir un resfriado pues es muy difícil que uno no sufra una de esas circunstancias en que esté hasta las narices de algo. Resulta interesante observar que la mayor parte de los resfriados se producen al cambiar el tiempo, las estaciones. Ocurre que vemos que el tiempo cambia, el mundo cambia, pero nuestra situación, eso de lo que estamos hasta las narices, no. Entonces el cuerpo manifiesta la enfermedad como escape.


Escape si, pues la enfermedad trae consigo ciertas “ventajas”. Por ejemplo hemos de ocuparnos de nosotros y no de esas cosas de las que estamos hartos; nos duele la cabeza y en consecuencia no pensamos en resolver problemas y lo que es mejor: nadie nos lo pide; nos cuesta hablar de manera que no tenemos que comunicarnos con los demás, pero sobre todo nadie nos molesta, ya que podemos decir “no te acerques a mí, estoy resfriado”, así no somos importunados.


La medicina natural dice que con la gripe y el resfriado se eliminan toxinas, y es cierto también en el plano mental ya que suponen un cierto descanso por lo dicho de esas “ventajas”.


Mientras la ciencia no sea capaz de eliminar las circunstancias de la vida de los hombres de las que estamos hasta las narices, los resfriados y gripes continuarán. La pregunta a formularse ahora es simple: “¿de qué estoy hasta las narices?”



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